Uno de los lugares que más acostumbran a visitar los turistas es la Plaza Constitución. Imponente, clásica, de colores casi completamente beiges y cobrizos, sino fuera por los árboles que le dan el color llamativo, esta sería una plaza oscura.
Fuentes por cada lado y de vez en cuando encendidas. Tiene entradas por los cuatro lados, pero no es un cuadrado. En el corazón de la plaza, un héroe: Francisco Bolognesi . Sin embargo, este queda opacado por la iglesia de raíces góticas que parece o intenta ocultar su pasado indio.
Huancayo no era una ciudad de nobles, tampoco de españoles. Era un lugar de indios. Los nuevos dueños necesitaban dominarlos y convertirlos a la nueva religión: el cristianismo.
Su plaza antes era denominada la plaza del comercio, ahí se reunían lugareños para intercambiar objetos que ya no les servían por otros que eran vitales para su uso, o en palabras más simples conocido como el trueque.
Ahora ya no es un lugar de trabajo, por el contrario, es un lugar de recreación, descanso y para derramar penas o declarar pecados.
0 comentarios:
Publicar un comentario