Laguna de Ñahuimpuquio: más que agua.

A unos 3 400 m.s.n.m. y a unas dos horas del centro huancaíno se encuentra ubicada en el distrito de Chupaca la Laguna de Ñahuimpuquio. De aguas azulejas, acompañada de ichus verde-amarillentas y navegada por patos y hombres. 

Conocida superficialmente, porque sus secretos aún se mantienen en su profundidad. Te da la bienvenida a un paraje edénico y muy tranquilo.

La tranquilidad de sus aguas no desviaron la atención de ingenuos y menos de los rumores. Sus mitos son realmente sorprendentes. Estos van desde la hija de Wiracocha que intentando escapar y se convirtió en la laguna, hasta otra que cuenta que guarda en sus senos la famosa campana de oro de los wankas, estos en su intento de desesperación, para evitar que los incas se lleven sus más preciados tesoros, decidieron arrojarlo a la fuente de agua.

Ahora, depués de siglos de esos acontecimientos contados de padres a hijos o de abuelos a nietos, este hermoso lugar se ha convertido en un atractivo turístico en donde puedes pasar tus tardes familiares jugando sapito, navegando por la laguna o disfrutando de la rica gastronomía wanca. 

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Plaza Constitución, un lugar con más historia que solo mayólicas.

Uno de los lugares que más acostumbran a visitar los turistas es la Plaza Constitución. Imponente, clásica, de colores casi completamente beiges y cobrizos, sino fuera por los árboles que le dan el color llamativo, esta sería una plaza oscura. 

Fuentes por cada lado y de vez en cuando encendidas. Tiene entradas por los cuatro lados, pero no es un cuadrado. En el corazón de la plaza, un héroe: Francisco Bolognesi . Sin embargo, este queda opacado por la iglesia de raíces góticas que parece o intenta ocultar su pasado indio. 

Huancayo no era una ciudad de nobles, tampoco de españoles. Era un lugar de indios. Los nuevos dueños necesitaban dominarlos y convertirlos a la nueva religión: el cristianismo.

Su plaza antes era denominada la plaza del comercio, ahí se reunían lugareños para intercambiar objetos que ya no les servían por otros que eran vitales para su uso, o en palabras más simples conocido como el trueque.

Ahora ya no es un lugar de trabajo, por el contrario, es un lugar de recreación, descanso y para derramar penas o declarar pecados. 

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